Se acerca el final del año 2017 y es usual dedicarle tiempo a las actividades de celebración por la culminación del mismo. Pero también es frecuente realizar un balance de lo ocurrido durante todo el año, que en esta época resulta lógico, pues todo cierre conlleva a una evaluación. Reflexionar de cómo ha resultado nuestra vida en términos generales es la manera de aprender de los errores, salvar los aciertos y así reposicionarnos para lo que vendrá en la nueva etapa que se inicia.
Es un período de nostalgia, donde afloran muchas sensaciones. Los proyectos, las metas, los objetivos parecen competir para que, antes de que termine diciembre, todos ellos se concreten.
Claro que siempre es gratificante y alentador alcanzar lo que nos proponemos, pero podríamos ser menos autoexigentes y comprender que existen los puntos medios: si una meta no se alcanza, ¿cómo estar del todo seguros que es por falta de capacidad o de dedicación? No siempre se puede ganar.
El objetivo del balance de fin de año es tomar nota y seguir, y esas notas deben cumplir la función de guía para mejorar, para aprender a partir de lo ya realizado. No podemos retroceder en el tiempo; lo hecho, hecho está. Detenernos en los resultados no esperados podría desanimarnos y generar un nivel de ansiedad que sólo lograría disminuir nuestra energía con la que empezaremos el año.
Reflexionar sobre los hechos ocurridos cumple la función exclusiva de proyectarnos mejor en el futuro, para no tropezar con la misma piedra, alcanzar un impulso para volver a empezar, tratando de que esta etapa que inicia sea más prometedora.
Aquí compartimos 5 sugerencias que podrían servirles:
- Objetivos cumplidos: Tomarnos unos minutos para pensar en todas la metas cumplidas en los doce meses y en el esfuerzo que cada una de ellas demandó.
- Aprender de los errores: es importante analizar las cosas que no hicimos del todo bien y pensar en el aprendizaje que nos dejaron. Con el tiempo nos vamos dando cuenta de que hay aspectos de nuestra vida que deberíamos mejorar y otros en los que deberíamos cambiar la táctica.
- Fijarnos metas realistas: Plantearnos lo que es posible alcanzar. Consideremos el tiempo, los recursos económicos disponibles y otros aspectos, incluso los no materiales.
- Actitud positiva: Muchas veces llegamos al final del año cansados y con poca energía. Pero lo más importante es que comencemos el nuevo año con una actitud positiva. El secreto del éxito no está fuera, sino en tu interior. Sé consciente de quién eres y de tus capacidades. Valora tus habilidades y tus atributos como persona.
- Socializar nuestros propósitos: Todo será más fácil si las personas queridas, como los miembros de la familia, saben que tenemos la intención de conseguir algo.
Lo sustancial es que cada año lo vivamos como un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, y eso siempre resulta esperanzador. Nacen nuevos sueños, otros se reactualizan. Se generan proyectos diferentes, ideas nuevas, se proponen hábitos que buscamos incorporar, y hábitos que decidimos dejar.
#VivoPlenamente