Por: Dra. Benilde Tirado / Psiquiatra
Las emociones, como parte de nuestra cotidianidad, requieren saber controlarlas y utilizarlas de manera adecuada, para afrontar nuestro día a día. Y por eso, los niños necesitan aprender desde pequeños como hacerlo.
Aquí te dejamos algunos aspectos que puedes poner en práctica para enseñarlo y ayudarlo en su desarrollo y crecimiento para tener una sana Inteligencia Emocional.
Controlar su ira:
Hasta los 18 meses los niños necesitan básicamente el afecto y el cuidado de sus padres, todo ello les brinda seguridad suficiente para adaptarse en su medio, para explorar y dominar sus miedos. Es importante establecer límites, y sobre todo, el hecho de hablar a los niños continuamente y en cada momento.
Reconocer emociones básicas:
A partir de los dos años los niños pueden ingresar al campo del reconocimiento de emociones. Se pueden realizar varios ejercicios, como introducirlos en las emociones básicas: alegría, tristeza, miedo y rabia. Una gran herramienta son las fotografías de rostros, haciéndoles preguntas como “¿qué le pasa a este niño?” “¿está triste?” “¿Por qué crees que está triste?”. Le ayudará no solo a reconocer las emociones propias sino la de los demás. También puede desarrollar la empatía hacia la situación de otras personas.
Saber nombrar las emociones:
A partir de los 5 años los niños pueden dar nombre a las emociones de modo habitual: “estoy enfadado porque no me has llevado al parque”, “estoy contento porque mañana voy a donde Marcela”, “tengo miedo de que apagues la luz”.
Saber afrontar las emociones:
Es habitual que los niños en ocasiones se vean superados por las emociones, rabietas que les hacen gritar o golpear cosas. Es necesario que no reforcemos esas situaciones, una vez haya terminado la rabieta puedas enseñarles que antes de gritar o pegar, es mejor expresar que situación qué les molesta.
Desarrollar su comunicación:
Hablar con los niños, hacerles preguntas, razonar, jugar, poner ejemplos, es algo imprescindible en su educación. Debemos motivarlos constantemente a que puedan expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar.
Tener en cuenta la importancia de saber escuchar:
Desde muy pequeños deben saber guardar silencio mientras los demás hablan, pero no sólo eso, debe ser una escucha activa, de ahí que sea recomendable hablarles despacio, frente a frente y terminando las frases con un “¿has entendido?” “¿estás de acuerdo con lo que he dicho?”
Abrirse y permitir la expresión de emociones:
Es importante que podamos facilitar a nuestros hijos la confianza apropiada para que puedan expresar aquello que les preocupa, que les hace infelices y también felices. El comunicarse y el reconocer emociones propias y ajenas, son sin duda imprescindibles para que vayan madurando poco a poco y alcancen una solvencia adecuada
para integrarse en la sociedad y ser felices en ella.
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