Desde nuestro nacimiento creamos vínculos con las primeras personas que vemos, generalmente nuestros familiares, con quien pasaremos gran parte de nuestra vida.
Además, es con ellos con quienes aprendemos a querer, respetar y con quienes desarrollamos nuestros primeros lazos de unión fraternal.
Es por eso que es labor de los padres el mantener a su hijo en un entorno lleno de amor para que esos lazos puedan crecer y mejorar las actitudes y emociones del niño, ayudándole en su sociabilidad conforme va creciendo.
A continuación aprenderemos la importancia que tienen los vínculos afectivos, y como nos permiten desarrollarnos en nuestra sociedad en general.
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Los vínculos afectivos en los niños
Son importantísimos para el desarrollo integral de cualquier niño, y en definitiva, es una de las bases en el desarrollo de su personalidad.
Estos vínculos son forjados en los niños por sus padres, pero también pueden, y deben ayudar, los maestros, cuidadores, amigos y mascotas.
Las madres y los maestros son las personas que a los niños generalmente más les afectan en cuanto a sus demostraciones de amor. Una de esas figuras es quien le alimenta, le ayuda a asearse, a vestirse, lo saca y con quien pasa buena parte de su tiempo libre; la otra figura es la que pasa buena parte de su día con ellos, que les enseña las nuevas cosas que deberá llevar en el mundo y quien también debe preocuparse de su bienestar.
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Escucha a tus hijos
Quizás en algún momento esa anécdota que ha contado tu hijo/a al llegar del colegio te ha parecido aburrida, o te has puesto a pensar o le has dicho en voz alta que sus problemas son menos, y que cuando llegue el momento de crecer tendrá problemas de verdad.
Como padres, debemos hacer que los niños se sientan escuchados y que sus opiniones son apreciadas.
Recordemos que en la niñez, los problemas pueden ser vistos mucho más grandes de lo que los vería un adulto, pero no por eso dejan de ser problemas reales, pues a los niños les afectan cosas que a nosotros quizá no.
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Empatía parental
La capacidad de percibir los signos emocionales del niño y actuar en consecuencia para ayudarlos en su tranquilidad se llama empatía parental.
Uno de los principales obstáculos que los padres enfrentan a la hora de conseguir esto, es que les resulta muy fácil reprenderles o recordarles las normas de conducta que se esperan de ellos, sin importarles su edad o sus sentimientos.
Hay que recordar que alguna vez fuimos niños, y que no podemos esperar hablarles y hacer que comprendan las cosas porque los vemos como “adultos pequeños”. Es importante saber manejar las conductas de nuestro hijo a fin de llegar a conocerle mejor, y si es necesario, buscar la manera de corregir malas conductas con amor y paciencia, y no simplemente exigiéndoles que las dejen.
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Hablar de sentimientos y emociones
Enseñarles a hablar de sus sentimientos es un buen recurso para ayudarles a construir una personalidad sana.
No se trata de regañarles o de preguntarles por medio de un interrogatorio exhaustivo si se da una situación que lo amerite, como por ejemplo que llegue llorando de la escuela, pues esto lo pondrá en alerta y hará que se sienta mal por sus emociones.
Hay que sentarnos con ellos y comprender qué le ha sucedido realmente y como lo ha hecho sentir esto, y ser capaces de ayudarlos en consecuencia. De esa forma los vínculos afectivos que formaremos con ellos serán más duraderos.
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