Muchas veces hemos escuchado decir que las mujeres podemos hacerlo todo… esposas, madres, trabajadoras entre otros roles… y en ocasiones ponemos una característica adicional, que muchas veces es muy exigente para todas nosotras. ¿Es posible ser perfectas? Aunque me gustaría decir que sí, hay que apelar a que la perfección es un concepto subjetivo, porque tiene una percepción dependiendo de cada uno de nosotros.
Partiendo ahora de este hecho, ahora vemos que resulta casi imposible agradar o caer bien a todo el mundo, y a esto podemos asociar el tratar de ser perfectas en cada una de las áreas de nuestra vida, exigiéndonos cada vez más, buscando alcanzar un ideal que parece nunca llegar.
Hay que tener en cuenta que los entornos en los que nos desenvolvemos y en los que nos quieren de verdad, van a considerar que como madres, esposas, amigas, hermanas o compañeras de trabajo, tenemos aciertos así como también nos equivocamos, e igual nos seguirán dando su cariño.
Aun así, a penas suena el despertador, nos levantamos y queremos empezar a cumplir todas las expectativas que nos demanda el día: atender a los hijos, recoger la casa, ir al trabajo, ser buena esposa, mantener un estereotipo de belleza demasiado elevado. Anteriormente ya hemos hablado sobre cómo puede afectar el hecho de sufrir del síndrome de la mujer perfecta.
Esto es alarmante, porque muchas veces no nos damos cuenta de que estamos viviendo una vida bajo el régimen del “deber ser”, que nos lleva a ese largo camino de la perfección. Por eso a continuación te voy a dar unas recomendaciones para poder dejar este mal llamado síndrome de la mujer perfecta.
- Mantén personas catalizadoras
Muchas veces vamos tan aprisa que no nos detenemos a pensar lo que estamos sintiendo en diferentes momentos de la vida. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Como seres humanos, tenemos miedos, podemos sentir tristeza. Tener personas que puedan ayudar a expresar esos sentimientos, te permitirá a vivir con libertad y avanzar.
- ¡No controles todo!
Siempre hay un nivel de perfección, y cuando estamos presionadas a eso, vamos a subir hasta ahí. Querer alcanzar la perfección en las diversas situaciones de la vida, nos puede llevar a tener una imagen distorsionada de la realidad, y por ende a ejercer un excesivo control. ¿Sabías que puedes controlar a tu esposo, hijos, el trabajo? Controlar puede llevarte a perderte a ti misma además de darte un muy cansado estilo de vida.
- Pon límites
Aprende a decir no. No importa que situación estés viviendo. Nos han acostumbrado a decir a todo que “si”. Para poder tener control de todo nuestro entorno.
Ya cuando la costumbre de decir sí se vuelve parte de la vida diaria y recaiga toda la obligación sobre ti para resolver lo de los demás, puede hacerte más daño que bien.
- Deja a un lado las comparaciones.
Nadie te enseña a ser madre o esposa. Es un trabajo único que aprender a través del ensayo y error, además es totalmente normal tener miedos y dudas.
No está demás acudir a personas cercanas por consejo o buscar un modelo de imitación. Pero comparar tu vida y cómo ellos hacen sus cosas no es sano, porque puede llevarte a la frustración al no comportarte o hacer las cosas como la hace la determinada familia que estás viendo.
El ser una buena madre o buena esposa, o la «profesional que todos esperan», va más allá de tener un manual o una guía. Es importante que puedas aprender a disfrutar más en el proceso.