El maltrato infantil altera el desarrollo del cerebro del niño, lo que hace que pueda aumentar el riesgo de consumir drogas y sufrir otros trastornos mentales en la edad adulta.
En un estudio reciente, patrocinado por el NIDA, los investigadores descubrieron que los adultos jóvenes que habían sido maltratados en la niñez presentaban diferencias en nueve regiones corticales en comparación con quienes no habían sufrido maltrato. Las diferencias podrían comprometer las aptitudes socio-perceptuales básicas del grupo con antecedentes de maltrato, su capacidad de mantener un equilibrio saludable entre la introversión y la extroversión y la habilidad de autorregular sus emociones y conductas.
Los doctores del McLean Hospital, Harvard Medical School y Northeastern University, liderados por el dr. Marin Teicher, obtuvieron imágenes por resonancia magnética de 265 adultos entre 18 y 25 años, a quienes también les aplicaron la entrevista de antecedentes traumáticos (TAI) y el cuestionario de trauma de la infancia (CTQ). Los resultados: 123 de ellos sufrieron negligencia o abuso físico, emocional o sexual durante la infancia.
El estudio también comparó las imágenes de resonancia magnética de los participantes maltratados con las de los 142 participantes que no sufrieron maltrato. El análisis mostró que el maltrato estaba vinculado con alteraciones en la arquitectura de la red cortical que se evidenciaban en marcadas diferencias en la centralidad de nueve regiones cerebrales y en el conjunto de regiones que formaba el “Club de ricos” de la red.
Las regiones afectadas
Los cambios más grandes en conectividad vinculados con el maltrato se observaron en dos regiones que funcionan en forma conjunta para mediar en la percepción y la regulación de las emociones y los impulsos (ver la imagen). La ínsula anterior derecha, que participa en la integración y coordinación de la percatación subjetiva de necesidades urgentes y sentimientos internos—como los deseos o antojos—, apareció como una región centralizada y miembro del club de ricos en los participantes que habían sufrido maltrato pero no en el grupo de control. El cíngulo anterior izquierdo, que participa en la regulación de emociones e impulsos, fue una región altamente centralizada y miembro del club de ricos en el grupo de control pero no en quienes tenían antecedentes de maltrato.
«El aumento de centralidad de la ínsula anterior puede causar deseos más intensos de consumir drogas, lo que se suma a una menor comprensión de las consecuencias del consumo. La disminución de la centralidad del cíngulo anterior puede reducir la capacidad de controlar impulsos o tomar decisiones apropiadas basándose en resultados anteriores», dice el Dr. Teicher. «Esto indica que la conectividad cortical alterada en las personas que han sufrido maltrato puede aumentar marcadamente su riesgo de adicción si comienzan a consumir drogas».
Los investigadores también observaron que el precúneo derecho, una región asociada con el pensamiento egocéntrico, tenía alta centralidad y formaba parte del club de ricos en los participantes que habían sufrido maltrato, pero no en el grupo de control. En contraste, la circunvolución frontal media, que participa en la memoria funcional, la atención y el autoconocimiento presentó una disminución de centralidad entre los participantes maltratados. Esta región tampoco formaba parte de un club de ricos en dichos participantes, pero sí en el grupo de control.
Las conclusiones del estudio sugieren que el maltrato infantil es un factor estresante grave que altera las trayectorias del desarrollo cerebral. Las regiones que participan en el monitoreo de la percepción o conciencia interna de las emociones se convierten en núcleos de actividad sumamente conectados y por lo tanto pueden ejercer mayor influencia en el comportamiento de una persona. Al mismo tiempo, las regiones que controlan los impulsos pierden conexiones y quedan relegadas a una labor menos central dentro de la red. Estos cambios pueden sentar las bases para que haya un mayor riesgo de consumo de drogas y otros trastornos de salud mental a lo largo de la vida.
Fuente:
Teicher, M.H.; Anderson, C.M.; Ohashi, K. et al. Childhood maltreatment: altered network centrality of cingulate, precuneus, temporal pole and insula. Biological Psychiatry. 76(4):297-305, 2014. Texto completo