¿Has notado que últimamente te sientes desmotivado para ir a trabajar?
¿o que te cuesta involucrarte y concentrarte con tus actividades laborales?
Existe un síndrome denominado Burnout o “quemarse por el trabajo”. Un estado que puede estar relacionado con estados emocionales (ansiedad, depresión, entre otros) o situaciones vitales estresantes (cambios en la dinámica familiar, nuevas responsabilidades asumidas, etc.) directamente relacionado con el ambiente laboral o cuando se hace referencia al mismo.
Causas
Una de las principales causas de este síndrome es el Estrés laboral, que se reconoce como un conjunto de reacciones físicas y emocionales nocivas que ocurren cuando las exigencias del trabajo no corresponden (o se perciben así) a las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador.
La acumulación de este estrés crónico podría devenir en situaciones mucho más complejas que pondrían en riesgo la salud física y mental de los individuos, esta situación puede originar lo que denominado síndrome de Burnout o síndrome del sentirse “quemado” o agotado por el trabajo.
¿Cómo me doy cuenta si un estado de estrés laboral me está afectando?
Se puede manifestar como un estado caracterizado esencialmente por 3 factores:
Cansancio emocional, se refiere a una reducción de los recursos emocionales para actuar, acompañados de manifestaciones somáticas y psicológicas, como la ansiedad e irritabilidad.
Despersonalización, se refiere al desarrollo de actitudes cínicas, impersonales y de insensibilidad hacia los usuarios de su servicio y colegas.
Falta de realización personal, se refiere a la percepción de que las posibilidades de logro en el trabajo han desaparecido, junto con vivencias de fracaso y sentimientos de baja autoestima. Se trata, pues, de un síndrome con connotaciones afectivas negativas que afecta a los trabajadores en distintos niveles: personal, social y laboral.
¿Cuáles son algunas de las consecuencias del síndrome de Burnout?
Síntomas emocionales: depresión, desesperanza, pesimismo, desmotivación, hostilidad y/o agresividad, mal humor, supresión de sentimientos, sentimientos de baja autoestima, etc.
Síntomas conductuales: evitación de responsabilidades, absentismo laboral, desvalorización, desorganización, evitación de decisiones, uso y abuso de alcohol, drogas, cigarros, café, etc.
Síntomas cognitivos: agotamiento mental, falta de fluidez mental, dificultades en la concentración y para el aprendizaje de nuevas tareas, problemas de memoria, etc.
Síntomas sociales: aislamiento y sentimiento de fracaso, conflictos interpersonales familiares, pérdida del disfrute de actividades sociales.
Síntomas físicos y fisiológicos: problemas gastrointestinales (gastritis, úlcera, síndrome de colon irritable), cardiovasculares, problemas de la piel, cefaleas (dolores de cabeza), insomnio, contracturas musculares, disfunciones sexuales y otros cuadros.
¿Cómo abordar el síndrome?
Dentro de las técnicas más utilizadas en la intervención cognitivo conductual se encuentran el entrenamiento en solución de problemas, el entrenamiento en asertividad (con el fin de que la persona pueda manifestar su opinión en caso tenga alguna propuesta de mejora en su ambiente laboral y abordar así los factores organizacionales estresantes), y el manejo eficaz del tiempo. Así también se aborda estrategias de organización de la vida personal, espacios de recreación y descanso, establecimiento de metas y objetivos reales, entre otros.
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