Por: Gabriela Medina
Entre el segundo y tercer año de vida de niñez, los pequeños desarrollan una serie de conductas que a los ojos de los adultos parecen poco socializadas. Por ejemplo, se hacen sistemáticamente oposicionistas; se dice de ellos que están en la edad del no. Los padres malinterpretan estos comportamientos como mala educación y refuerzan las exigencias a fin de lograr corregirlos.
Es muy útil que los padres entiendan la función que cumple esta etapa en la economía de la personalidad del menor. Los niños en esta etapa están aprendiendo a socializar y, como parte de este aprendizaje, el niño requiere el reconocimiento del otro, y para reconocer al otro, el niño necesita oponerse a él y diferenciarse. Este es el primer paso para socializar.
La comprensión de las emociones se abre paso en la mente del niño al empezar su segundo año de vida. Es ahora cuando el niño participa cada vez más activamente en interacciones sociales con los padres y con los hermanos. A través de estas interacciones, los niños progresan en la comprensión de los sentimientos que afectan a las personas de su entorno familiar.
Alrededor de los dos años, los niños empiezan a darse cuenta de qué acciones y sucesos son objeto de aprobación o desaprobación adulta. Es así que las transgresiones que empiezan a presentarse por esa época no son producto de la malicia, sino un intento que hace el niño de “comprender la validez de las reglas”.
El período de socialización debe ser manejado por los padres con la menor sanción posible, puesto que los desajustes sociales de su comportamiento no obedecen a ninguna razón perversa, sino que son conductas necesarias para su evolución.
Es importante mencionar que las sanciones que se usan para generar sentimientos de culpa en el niño generalmente son dañinas. Si los padres desean tener hijos socialmente adaptados, no lo lograrán a base de exigencias y castigos, pues estos no generan confianza y seguridad en el niño sino que lo hacen ansioso. Una persona que experimenta con mucha ansiedad su contacto social se inhibe ante los otros o desorganiza su conducta, pues la ansiedad sobrepasa su capacidad de acomodación.
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